Técnica mínimamente invasiva que introduce una aguja fina en el punto gatillo miofascial para desactivarlo. Provoca una respuesta local que reduce la contractura, mejora el riego sanguíneo y alivia el dolor. Se realiza con material estéril de un solo uso, en sesión breve y con objetivos claros: menos dolor, más movilidad y recuperación funcional.
Se localiza el punto gatillo mediante palpación y se inserta una aguja fina hasta inducir la respuesta local. Se repite en los puntos necesarios.
Puede sentirse un pinchazo y un “salto” muscular breve. Después puede haber agujetas leves 24–48 h.
Entre 20 y 30 minutos según la zona y el número de puntos a tratar.
Suele notarse cambio en 1–3 sesiones, espaciadas según evolución y carga de actividad.
No se aplica sobre infecciones cutáneas, alteraciones graves de la coagulación ni en determinadas zonas durante el embarazo.
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